No exigiremos falda corta ni larga. No estará Bolsonaro. No tocaremos ni una canción del Maickel Jackson. Pero tendremos la trifecta musical perfecta, más avivamiento que colegio pentecostal y un invitado ilustre: Condorito. Exija aquí su explicación.

Más diversa que el Lola Pelusa, más prendida que Chanteichon, más linda que gatito de dos meses, este año la fiesta de Chile vuelve potenciada al cubo porque cumplimos la mayoría de edad internacional y todo estará comprimido en una sola e inolvidable noche. Las entradas están a la venta en passline.com. 

Como ya es tradición, el brillo acaecerá en la Estación Mapocho, el 11 de mayo a partir de tipín 20 de la tarde. ¿Qué puede esperar el honorable?

Para empezar, la  combinación musical que a estas alturas ya deberíamos haber patentado: cuecas bravas, cumbias sabrosas y boleros abrochaditos. En esta versión, los encargados de ejecutar esos ritmos serán viejos conocidos y una sorpresa:

-El Trío Inspiración: “Para que se acuerden de que en Chile hay boleros todavía”, declara el Gran Guaripola, Dióscoro Rojas.

-Los Nogalinos: Serán los representantes de las cuecas urbanas. Dióscoro espeta: “Es un conjunto que ha ido de menos a más, como dicen los entrenadores. Están cada día mejor. Además, son súper solidarios. Si hay que hacer algo por los guachacas de la calle, están colocados”.

-Los Viking’s 5: La cumbia con sabor pirata de estos coquimbanos cumple medio siglo estremeciendo caderas. Nos han acompañado en casi todas nuestras correrías por Chile. “Son muy rebuenos”, sentencia el Guaripola.

-Guachupé: Es la novedad del año. Debutan en nuestro humilde escenario, pero ya gozan de la mansa trayectoria. De hecho, tienen más seguidores que el Dalai Lama y provocan más devoción que diez santos juntos.

Además: Noche de reyes y un pajarraco vuelve al nido

La Reina Guachaca y el Gran Compipa nuevecitos de paquete serán ungidos y coronados.

También andará revoloteando por ahí el mismísimo Condorito, ganador del premio Nicanor 2019, galardón que reservamos para lo más selecto del mundo artístico popular. “Cómo no se lo íbamos a dar al mono más famoso de Chile en sus 70 años. Si es Allende, Pinochet y Condorito”, justifica el pontífice guachaca. Asimismo, es una forma de reclamar lo que siempre fue nuestro: porque, por mucho que el pajarraco se haya ido a vivir a Ciudad de México por un tiempo, siempre ha sido chileno y guachaca. ¡Que muera el cuico Quezada!