Discurso improvisado por el Gran Guaripola Dióscoro Rojas en el Matadero Franklin, el pasado 18 de abril.

 

Al Mercado Matadero Franklin lo declaramos hace mucho tiempo Monumento a los Sentimientos de la Nación. Llegamos aquí hace como 15 años, buscando los lugares que eran netamente identitarios de este país. Acuérdense de que hace 21 años nadie quería ser chileno, a nadie le gustaban los porotos con longaniza, las lentejas tampoco. Y estoy de acuerdo en que no inventamos la cueca brava, pero sí la dimos a conocer y la hicimos extensiva a todo el país. Hoy no hay vergüenza en comerse un plato de porotos o lentejas con longanizas, y eso lo hemos logrado nosotros, que hemos puesto al cuiquerío al servicio de nuestras ideas.

Somos parte del cambio de Chile porque hemos ayudado a cambiar el espíritu del país.

Somos los últimos defensores de aquellos funcionarios al borde de ser despedidos. Somos los últimos defensores de los poetas sin destino y de los compadres guachacas que están en las hospederías, las cuales conocemos de arriba abajo.

Somos los humildes, los cariñosos y los republicanos. Esos somos nosotros, los que mantenemos vivo el corazón de Chile y que el cuiquerío a veces quiere destruir. Porque el cuiquerío odia lo chileno, independiente de que tenga plata o no (porque ese no es el problema). A los cuicos no les gusta Chile ni los chilenos. Pero tampoco les gustan los árabes, ni los judíos, ni los colombianos, ni los haitianos… No les gusta nadie. Si lo único que quieren es vivir solitos. Nosotros, en cambio, queremos vivir con todos y en una permanente fiesta.

Por eso mantenemos viva la Cumbre Guachaca, como una nueva tradición en este Chile reconciliado consigo mismo.

La Cumbre Guachaca es la fiesta del otoño después de la vendimia, la fiesta donde probamos el vino nuevo.