Es la nueva misión de los guachacas. Uno de los pocos sobrevivientes de la bohemia porteña de antaño ha vivido puros dramas desde que cumplió 123 y más encima ahora lo cerraron por un mes debido a una orden judicial.

Poco y nada queda de la exquisita bohemia porteña de los 50 y 60, cuando el guachaca exigente podía irse de boliche en boliche y encontrar, en una sola noche, las orquestas tropicales más prendidas, los boleristas más emocionantes y los tangueros más apasionados.

Junto al Liberty, el bar Cinzano es uno de los pocos sobrevivientes de aquella época dorada que aplastaron los milicos en los 70. El local abierto en octubre de 1896 por el italiano Pipo Lima sobrevivió a terremotos, a incendios y a los toques de queda, pero ahora está en serio peligro.

123 años cumplió en octubre pasado.

Por orden judicial, a las 18 horas del martes 14, lo clausuraron durante 30 días. Según contó el dueño, Pablo Varas, al diario La Estrella, este es un capítulo más en la seguidilla de dramas que el pobre boliche ha soportado desde que cumplió 123 años en octubre pasado. Ese día, los pacos le cursaron un parte por “sobredotación de guardias”: contrataron a siete en vez de uno, sin haber enviado la lista de los nuevos a los Carabineros.

Después, en enero, inspectores de la muni hicieron un control y detectaron que la patente estaba vencida. Lo estaba porque, cuando don Pablo fue a pagarla en la fecha que correspondía, le exigieron papeles relativos al estado de las instalaciones de gas que, según él, antes no estaban entre los requisitos. “Para tener el permiso hay que presentar varios documentos como el de la SEC y el del gas que emite Bomberos. Este antes no lo pedían, pero ahora, con los incendios que ha habido, lo exigen y también se paga aparte. A mí me faltaba uno solo y por eso no pude obtener la patente”, relató el dueño del Cinzano al diario porteño.

Este sí que es bar.

Varas se apuró lo más que pudo en conseguirse el documento faltante. Mientras lo hacía, sus amigos juran que no vendió ni una gota de alcohol. Finalmente pudo pagar la patente, pero como ya estaba atrasado, el juez, más duro que palta de supermercado, decretó igual 30 días de cierre.

El 14 de junio reabren. El dueño dice que se levantarán. Esperemos que así sea. Como guachacas o simples amantes del patrimonio popular, debemos apoyar al Cinzano. La mejor forma es ir el 14 y los días sucesivos a servirse una cosita a la plaza Aníbal Pinto, en vez de estar yendo a un pub estridente, sin clase ni historia.