Termina un año que nadie esperó y comienza una década preñada de incertidumbres. Ya quién sabe si volverá a llover algún día, si vamos a tener pega o si va a pasar el metro. ¡Ni siquiera sabemos si nos va a alcanzar para el copete! En ese contexto tan movedizo, casi lo único que va quedando bajo nuestro esmirriado control es la propia actitud, la forma como nos enfrentamos a la avalancha de hechos que se nos vienen encima. Por eso nos pusimos a pensar cómo encarar el 2020 y, tras cuatro botellas de cola de mono casero, arribamos a una única y férrea convicción: debemos esforzarnos por ser más guachacas que nunca, o sea, humildes, cariñosos y republicanos.

Humildes porque en estos tiempos atribulados se multiplican los sabelotodo que se juran dueños de la verdad, los autoproclamados exégetas de las pulsaciones del “pueblo”, y uno mismo cae en el juego de encerrarse en las propias convicciones, a veces basadas solo en un par de eslóganes, rumores sociales y mucho prejuicio. ¡No pues! Necesitamos ser modestos para admitir que no cachamos ni de cerca qué chucha está pasando y que dos cabezas piensan mejor que una y tres, mejor que dos. Es más probable que se nos ocurra una solución conversando entre todos que cada uno revolcándose en su pequeño charco unipersonal de ideas. Pero para conversar, para discutir en buena ley, hay que estar dispuesto a que te derriben tus argumentos si no son sólidos, y dar las gracias por ello.

Cariñosos porque lo cortés no quita lo caliente ni lo valiente, y los guachacas, que siempre hemos apelado a la amabilidad, debemos dar el ejemplo en estos tiempos de funas, piedrazos y descalificaciones. En vez de gastar energía vertiendo odio, reenfoquémonos en el romance, desperdiguemos cariño en nuestro entorno, empezando por la pareja, los brocacochis, los amigos…

Republicanos porque muchos cantos de sirena se han escuchado y se escucharán en los próximos meses, pero no debemos olvidar que la mejor forma de organizar el Estado es aquella en que las autoridades son elegidas por los ciudadanos. La democracia es la única fórmula aceptable para Chilito, no hay otra. Podrá tener sus pifias, podremos perder la paciencia a veces con sus procedimientos y vericuetos, podrá ser perfectible y todo, pero hasta ahora a la Humanidad no se le ha ocurrido un sistema de gobierno que garantice mejor las libertades personales y no lo habrá mientras no aparezca ese rey filósofo sabio y bondadoso del que hablaba Platón (es decir, nunca). Y la participación democrática se ejerce en las urnas, no en otra parte.

Este año estamos llamados a acudir a las urnas en más de una ocasión. Más allá de si vuelve el voto obligatorio o si sigue siendo voluntario, no dejemos pasar la oportunidad de demostrar una vez más que somos suficientemente humildes como para no buscar imponer nuestras convicciones por la fuerza, sino a través del voto; que le tenemos suficiente cariño a nuestro país y a su democracia como para levantar el culo del sofá y mover las patitas hasta el local de votación, y suficientemente comprometidos con los valores republicanos como para honrar nuestros deberes y derechos.  

Que tengan todos una excelente caña y un próspero año.