Mauricio Sepúlveda nació y se crio en Concepción, pero su pega lo mantenía trabajando en el norte, hasta que empezó esta cosa de la pandemia. Desde entonces, ha debido quedarse en casita. ¿Eso lo bajoneó? Para nada. Al contrario, ha aprovechado cada segundo de esta nueva anormalidad muy bien.

Él es el entusiasta impulsor de la olla común de Pedro de Valdivia Bajo, que organiza la cooperativa homónima.  Al comenzar la pandemia, su amigo Rubén le propuso repartir almuerzos en el barrio y se pusieron de inmediato a buscar donaciones entre los vecinos. Primero estuvieron cocinando bajo un toldo, en plena calle, pero la necesidad era tal que terminaron pidiéndole a la junta de vecinos local si podían usar la sede para sus actividades culinarias. La limpiaron y la dejaron impeque, tanto que ahora planean desarrollar allí un invernadero donde cultivar sus propias verduritas.

Lunes, miércoles y viernes de cada semana, la olla atrae con su variedad de aromas a unos 250 comensales, entre vecinos que se han quedado cesantes, adultos mayores y compipas sin techo. A quienes no pueden venir a la sede, les llevan el almuerzo a domicilio.

“Hay harta gente que se lo pasa encerradita, así que nos damos el tiempo para ir a dejarles la ollita a sus casas”, narra el chef eléctrico.

Claro que él no está solo en esto. Lo ayudan los cabros voluntarios de la cooperativa y su señora esposa, un prodigio en la cocina. “Y todo es gracias a las donaciones que nos llegan de parte de distintas personas”, añade. Sin embargo, la ayuda ya se les está haciendo poca, especialmente porque han agregado más beneficios para los vecinos, como la entrega de canastas familiares con víveres.

El equipo de la cooperativa en pleno.

 

Además, reparan y construyen casas. El propio Mauricio vuelca todos sus conocimientos y experiencia de electricista premium en estos proyectos de mejora habitacional.

Por estas razones y el corazón de oro que siempre ha mostrado, cuando se supo que los Guachacas estábamos coronando a próceres de la generosidad, todos sus conocidos dijeron a coro: “A él, a él, pónganle la corona al Mauro”. El clamor no pasó inadvertido al sensible radar de los Guachacas del Bío Bío, quienes confeccionaron un completísimo Mapa Solidario. Así que partieron a ponerle la bien merecida corona.¡Que viva el Rey Mauricio! Eso sí, la guaripolesa guachaca Claudia Valdés aclara que todos en la cooperativa Pedro de Valdivia Bajo merecen ser reyes. Mejor para nosotros. Mientras más monarcas, más felices.

Escuche al propio hombre del momento:

 

Si alguien quiere cooperar con esta causa, pueden ubicar a Su Majestad Mauricio y al resto de los reyes de la cooperativa en calle Las Canchas 32, sector Pedro de Valdivia Bajo.

Para inspirarlos, los dejamos con un video realizado por Rubén Ceballos, músico y artista que ha estado desde el comienzo junto a nuestro monarca dando la pelea. Él registró las distintas actividades de la cooperativa y las compendió en esta pieza audiovisual. Para ayudar a su comunidad, también hace un programa en Facebook que se llama Radio La Voz del Barrio.