¿Quiénes somos?

Somos los nietos, hijos y hermanos del roto chileno, que soñamos con forjar la nueva chilenidad del Tricentenario, rescatando la alegría del Chilito popular y su gente. Nuestra máxima es ser humildes, cariñosos y republicanos. ¡Chilenos todo el año!

La pregunta del millón surge por todos litros. Desde los “profesionales” de la cultura finolis (incluyendo a los cuicos) hasta los “sentistas sociales” (que pasan sentados y a eso le llaman ciencia), todos preguntan: ¿qué hacen, qué son los guachacas? Nosotros, con el tiempo, ya la tenemos clarita y hemos elaborado la siguiente declaración universal de la Fermentación Guachacha:

-Los guachacas somos humildes. No nos sentimos tigres ni jaguares ni lobos, ni andamos dando recetas de cómo deben vivir las personas ni cómo debe estar organizado el mundo. Pero queremos que se tome en cuenta a los humildes, a los que son felices con las cosas simples, con un cielo que podamos ver, un amigo a quien abrazar, alguien a quien amar, una casita para pintarla cada primavera, una historia que contar y que la vida siga siendo un misterio que se descifra día a día.

-Los guachacas somos cariñosos. Somos puro sentimiento. Nos gusta sentir el romance. Apenas lo olfateamos y ya el corazón nos bombea rapidito, como que se nos nubla la vista y los ojitos se nos ponen brillosos de pura pasión. Nos gusta canturrearle al oído al ser amado, suavecito, como un secreto, y no como los cuicos que confunden los oídos con Twitter o la estupidez social que esté de moda y donde terminan hablando más güeás que recién operados. A nosotros hasta cuando hablamos se nos cae la poesía, mientras que ellos tienen que contar con los dedos de la mano para hacer una rima.

-Los guachacas somos republicanos. Somos los herederos naturales de la Revolución Francesa y de sus consecutivas reformas a la carta constitucional, hasta llegar a la Cinquième Republique. Adherimos a los grandes principios que inspiraron esta revolución: Libertè, Egalitè, Fraternitè, que son los mismos principios que inspiraron nuestra vida republicana: vida de respeto, de bohemias, de diálogo abierto, sin descalificaciones; vida y normativas para que los hombres y mujeres se encuentren y hagan grande a nuestro Chilito. Por eso lloramos y lamentamos cada bar que nos cierran. Por eso defendimos y recuperamos La Piojera, el palacio popular por excelencia.

-Los guachacas somos chilenos. Y lo decimos sintiendo cada una de esas palabras. ¡Somos chilenos! Nos gusta Chile, nos gusta esta tierra de montañas, de desiertos y de bosques. Nos agrada la gente de Chile (a excepción, claro está, de los cuicos). Nos gusta el vino de esta tierra, vino de amistad, de compañía, de sentimiento. Hasta nos cae bien el piskelly y no le hacemos asco a una pilsen o una maltita con huevo matinal. Nos encanta nuestra orientadora cordillera. Festejamos cada pedazo de este suelo con terremotos y todo. Cómo no sentirnos felices con nuestro cielo, que a veces se nos viene encima. Nos gusta Chile y su gente y lo decimos con orgullo. ¡Los guachacas somos chilenos todo el año!

Pero también nos han dado duro. Crítica y más crítica: que somos atrasados, que somos una moda, que no tenemos objetivos generales ni específicos, ni siquiera implícitos. Que no tenemos método y es posible que tras nosotros existan intereses de potencias extranjeras.

Dicen que vamos tarde a nuestra cita con la historia, que no somos modernos, que vamos atrasados al encuentro con el futuro. De acuerdo, pero dejemos en claro que nadie nos avisó el día y tampoco la hora, y seamos honestos, casi siempre llegamos tarde a nuestras citas. Es que a veces nos equivocamos de dirección y gozamos como niños inventando nuevos caminos. Todavía no hemos podido corregir la manía de andar soñando despiertos y en colores, chocando con todos, pensando en voz en alta, y esa ancestral e inexplicable tendencia a la resurrección.

Cargamos sobre los hombros una injusta fama de lenguas sueltas, vagabundos, calentones, buscavidas, fiesteros, solo porque violamos las normas de la resignación colectiva, porque portamos el famoso virus de la desobediencia y no tenemos certificado de vejez obligatoria.

Somos Guachacas, ¡y por algo será! Llevamos más de 500 años aprendiendo a amarnos entre nosotros, en este querido y pequeño país, mientras los cuicos hasta trabajan horas extras pornuestra perdición.

Somos los que día a día buscamos el mapa del tesoro escondido, los que vamos golpeando puertas, para ver en cuál entra la llave del amor prohibido. Los que anhelamos el regreso de los perdidos y arrastramos una plegaria por la resurrección de nuestros seres queridos. Somos los que elegimos el ancho camino de llegar a viejos sin ser adultos.

Somos compipas de todos los que tienen vocación de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido lo que hayan vivido, sin fronteras de mapa o de tiempo. Que la perfección siga siendo el aburrido privilegio de los cuicos.

Nosotros nos conformamos con vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.

Sabemos que hay un país distinto en algún lado, quizás dentro de nosotros, y con todas nuestras limitaciones, queremos descubrirlo. Con todas nuestras limitaciones, porque a los guachacas nos falta todo.

Eso sí, dignidad nos sobra, Los guachacas somos: Humildes, cariñosos y republicanos.

¡Chilenos todo el año!