Servicio de utilidad Pública: Secretos de los ancestros guachacas contra un flagelo que debería ser incluido en el GES.

Los astutos del Elige Vivir Sano todavía no se pegan la escurrida de que la caña es una enfermedad profesional y debe estar incluida en el GES. Pero no importa porque en la Garrafa Central tenemos expertos que han hecho su doctorado en la materia. No existe una receta magistral y el antídoto depende del veneno que usted le ponga. Pero desde ya le recomendamos preferir pipeño del bueno y hacerle el quite al destilado duro que le gusta al cuiquerío. Porque los guachacas tomamos para compartir, no para hacernos tira.

1.- Bailahuén para la panita: Por siglos la naturaleza nos ha provisto de esta hierba de comprobada acción para aliviar nuestro golpeado hígado. Una bolsita alcanza para tratar a su grupo familiar completo. Tómese una agüita antes de irse al sobre. Si quiere ser precavido, beba la primera dosis después de cenar y repita la cuota las veces que pueda.

2.- Bicarbonato: Más barato y humilde que la sal de fruta, una agüita con bicarbonato y harta pestaña es una las principales armas para combatir la caña. Ojo, si le pone limón, procure que sean solo unas gotas para no cortar el efecto.

3.- El agüita que toman los astronautas: Por más que los gringos digan que las bebidas isotónicas fueron creadas para deportistas, sabemos que las fabricaron para combatir la caña de los astronautas. Al igual que el bicarbonato y el bailahuén, la clave es tomarlas antes de irse a dormir y al despertar. La contra que tienen es el precio, ya que por la misma plata uno podría comprar algunas pilsener y seguir la jarana. Difícil dilema ético-etílico.

4.- Terapias alternativas: Aquí hemos querido ubicar las tendencias más alejadas de la ortodoxia guachaca, como alternar copete con agua, tomar agua en grandes cantidades antes de acostarse (acto homeopático-suicida) y el pichicateo en base a tónicos, dipironas y pastillas para la gastritis.

5.- Seguir con la cuerda: Otra opción válida que desarrolla el guachaquerío más duro es pasar de largo y no parar el copeteo. Es decir, recurrir a la chelita con limón, micheladas, causeos y productos marinos como pailas, ceviches y afines. Si opta por este apostolado, tenga en cuenta que en algún momento se le aparecerá la carta de ajuste y que lo puede pillar mal parado. Procure que algún compipa abstemio le guarde el teléfono, documentos y por ningún motivo se acerque al volante (a no ser que sea el de loza).

 

Investigación y redacción, Doctor Petete