Por Emilio Antilef

Algo ilustrábamos a los queridos y fieles compipas acerca de las galerías y espacios donde se mantenía el circuito de la salud alternativa ubicada en el centro de la capital por ahí en un ya pasado siglo XX.  Esa salud que se recomendaba de voz en voz y que era capaz de exhibir milagros y buenas referencias contaba además con el espacio que le daban las radios AM. Esa mítica estación llamada Radio Colo Colo era uno de los enclaves predilectos de los naturistas y exorcistas de maleficios todos. Yolanda Sultana, con su astrología, hacía ahí de las suyas de manera casi imperdible, tal como la argentina Zulma. Ambas tenían su espacio permanente donde recomendaban a alguno que otro experto en la materia.

Don Pato ya más viejito.

Pero la salud alternativa, ovnis y fenómenos paranormales tenían su principal festín en un programa radial que, a eso de las 10 PM, anunciaba que se estaba “Saludando la noche”. La voz la ponía un locutor que marcó escuela con su estilo y que el tiempo fue convirtiendo en un verdadero promotor de la medicina natural de todo tipo, incluso telepática. Su nombre era Patricio Varela.

De hecho, el comunicador se rodeaba de una especie de cofradía de especialistas en distintas técnicas, como la lectura de las líneas de la mano o de la borra del café, e incluso funcionaba como tribuna para personajes del calibre del Mago de la Polla Gol, que pasaban por el programa para ponderar y darle pedestal a la señora o caballero que sabía hacer arreglitos de todo tipo.

Varela fue la voz del Conejito TV. Esa onda.

Como buen hombre de comunicaciones, don Pato también supo diversificarse. Entre sus variados desempeños, cuenta haber sido la voz del fenómeno infantil llamado Conejito TV, con una impostación que era el deleite de niños de todos los rincones del país junto a la recordada Gabriela Velasco. Las buenas recomendaciones y la tribuna que Varela ofrecía en su programa de Radio Portales, que en ese tiempo se jactaba de ser la primera de Chile, se complementaban con la tienda que poseía el locutor. El lugar quizá simbolizaba algo, pues estaba en las alturas de todo ese sector de calle Phillips, alrededor de Plaza de Armas, específicamente en la cumbre del caracol donde hasta hoy funcionan los Juegos Diana. Parecía coronar un circuito de naturistas, hierbateros y santeros que prescribían desde velas hasta uñas de algún animal que se encontraban como último recurso en la tienda de Varela.

Varela murió el 2008, cerrando una tremenda trayectoria. Su programa fue pionero en temas como la ufología y la parapsicología. Su sencillez era tal que se le podía encontrar, con la misma accesibilidad que en el dial, en el interior de su tienda, donde su consejo era siempre bienvenido. Guachacas y espíritus adelantados le deben horas de mucha transmisión de noticias interestelares y milagrosas a este comunicador que tanto contribuyó a mantener activa la imaginación del ciudadano de a pie.