Imagínese un bar donde todos son amigos y además hacen el bien. Es como la descripción del paraíso guachaca, ¿cierto? Resulta que ese paraíso sí existe y sabemos dónde está: en Constitución. El edén terrenal se llama Bar Bohemia y sus parroquianos más fieles crearon el grupo solidario Corazón de Bohemia, una especie de fraternidad de caballeros y damas cruzadas que van en ayuda de cualquier compipa de su comunidad que necesite una manopla.

La microempresaria Mónica Cancino, creadora del grupo y dueña del bar, acaba de ser coronada como Reina Guachaca 2020 por los capitanes de la Hermandad de La Costa, Nao Nueva Bilbao, cuyos corazones curtidos por la sal de los siete mares no pudieron resistirse a la bondad práctica y austera que emana de la ahora Soberana de Constitución.

Los viejos lobos de mar de la Nao Nueva Bilbao que coronaron a estos reyes maulinos.

 

Ella y su señor marido, el príncipe consorte (o consuerte) Juan Carlos, se iniciaron en las campañas solidarias hace ya hartos años, como “viejos pascueros”. Les preocupaba que los niños internados en el Hospital de Constitución tuvieran una navidad triste, así que, con el permiso de médicos y enfermeras, estudiaron su situación y llegaron en noche buena cargando regalos y dulces. Después replicaron la iniciativa en un hogar de niñas. Y tras abrir el bar, integraron a sus clientes más asiduos a las actividades sed-lidarias. “Es un bar de amigos y ellos se fueron sumando”, dice la Reina Mónica. Así nace Corazón de Bohemia, hace unos tres años. Hoy son alrededor de 60 almas generosas que se organizan a través de un grupo de Guasap. “No hay ningún requerimiento, solo querer estar y aportar en algo. Hay distintas formas de hacerlo”, explica Su Alteza.

Los bohemios han seguido haciendo fiestas navideñas para niños de escasos recursos, aparte de organizar la pila de campañas en aras de diversas causas, siempre centradas en casos bien concretos: familias que pierden su chalet en un incendio, pacientes con enfermedades complicadas, compipas que están pasando por un mal momento… Por ejemplo, solo en lo que va de este atribulado 2020, ya construyeron dos casitas de madera —con todo y electricidad, muebles y fosa séptica— para dos familias uniparentales, o en lenguaje cristiano, mamás aperradas que luchan por sacar adelante a sus niños. Carmen, una de ellas, estaba viviendo en la calle con sus dos hijos y a Cora, madre de tres retoños, se le había llovido la casa con los últimos temporales. Además, organizaron una campaña en apoyo de Agustín, niño de cinco años que padece de “huesitos de cristal” y que necesita someterse una operación que cuesta 40 palitroques. Con la ayuda de autoridades, los corazones bohemios le consiguieron el tratamiento gratis en el Calvo Mackenna y aparte juntaron platita para los traslados.

Todo lo juntan entre ellos. “Vemos primero la necesidad, hacemos un listado y los socios van corriendo la voz y se van consiguiendo las cosas”, dice Mónica. También suelen hacer bingos, rifas y “los jueves solidarios” en el bar, donde cobran una entrada que va directo a la familia que lo necesite.

Con frecuencia reciben ayuda extra de pymes maulinas, como ferreterías y locales de comida. Es el caso de Sergio Hernández, microempresario maderero que fue coronado como segundo Rey Guachaca de Constitución por los capitanes de la Nao Nueva Bilbao. “Siempre he sido una persona humilde”, dice el monarca. “Por eso siempre me ha gustado ayudar a las personas. Con mi señora vimos el video (en el que se pedía ayuda para Cora) y quise colaborar. En primeras instancias, íbamos a donar unas planchas de zinc, pero después me fui adhiriendo más a la causa. Me nació”, añade. Tanto llegó a entusiasmarse que terminó construyendo la casita con sus propias manos, porque así de habilidoso es nuestro rey. Merecida tiene la corona.

Vea aquí el largometraje que produjo la Hermandad de la Costa sobre la coronación constituyente.

 

¿Qué les depara el futuro a Corazones de Bohemia? Mónica dice que le encantaría crear una ONG, para ampliar su alcance, aunque hasta ahora han funcionado rebien como están.

“Procedemos de una familia muy humilde, a la que le ha costado mucho salir adelante y sé que es fácil sentirse solo cuando no tienes ayuda, desamparado frente a un sistema que solo te da migajas”, reflexiona la Reina. “Sentir que hay una mano solidaria que te dice ‘vamos, te vamos a ayudar, te vamos a dar el primer impulso para que tú sigas’, eso es bueno. Como matrimonio, mucho tiempo sentimos que estábamos solos. Tenemos un chico que se llama Carlos, con problemas del corazón y de verdad pensé que nadie nos iba a ayudar, hasta que llegó esa mano amiga, que fue la que me enseñó que tienes que brindarla cada vez que puedas. Nuestros amigos de Corazón de Bohemia lo han entendido. Son personas con un corazón enorme. Invierten su tiempo libre, juntan recursos, se van pasando la voz… De verdad que estoy muy orgullosa de este grupo”, concluye.