De acuerdo con el censo de 2017, 41% de los 5,6 millones de hogares chilenos tienen a una “jefa” a la cabeza. Harto más que el 25% de familias con jefas de hogar que había en 1992. Además, en el último censo se constató que el 85% de los hogares nucleares monoparentales (o sea, familias con hijos y un progenitor nomás) es dirigido por una mujer. La encuesta CASEN de 2019 mostró que esa realidad se mantiene.

En realidad, no deberían sorprendernos mucho estos datos. Chile es un país de mujeres luchadores que sacan fuerzas de donde sea para sacar adelantes a sus pollos. Por eso, nuestra guaripolesa coquimbana, la Hermana Nevenka, consideró que la Reina Pirata debía ser una representante insigne de este grupo que ha sido sostén del país por tanto tiempo. Y la elegida fue Hellen Álvarez, una mamá todo terreno.

La Reina Hellen vive en caleta San Pedro, saliendo de La Serena, con sus tres hijas y su madre. La mayor de sus retoños, Ángela, tiene un retraso mental severo y discapacidad motriz. Su mami, la abuelita de Ángela, padece cáncer cérvico-uterino, por lo que está en tratamiento de quimioterapia. Nuestra soberana enfoca su energía en cuidarlas, y además le sobra para estar siempre atenta a las necesidades de su comunidad.

Como dice la hermana Neve: “La quisimos coronar a ella como símbolo de todas aquellas mujeres que dan la pelea, que tienen un corazón bonito por los que lo necesitan también. Ella no piensa solo en ella y sus hijos, sino que está preocupada de su de su mamá, de su entorno”.

 

Un símbolo también de la alegría y el empuje. Si no me cree, mire su discurso de aceptación:

 

¡Bienvenida a la realeza guachaca, Reina Hellen!