Este año que no tuvimos cumbre, hicimos un llamado a los guachacas de todo Chile a que coronaran a esos próceres locales que en sus barrios y comunidades le ponen Wendy organizando actividades solidarias, o que nos dan el ejemplo sorteando la adversidad con optimismo. Así, durante julio fueron proclamados más de 50 reyes y reinas guachacas, de Iquique a Punta Arenas. Eso debe ser un récord.

Para cerrar esta exitosa campaña, como Garrafa Central quisimos ponerle la corona a alguien que representara a todos los trabajadores de la salud, que tanto se han esforzado por mantener la patria en pie. Y quién mejor que el doctor Sebastián Ugarte, que con sus consejos siempre claros, su actitud siempre serena y conciliatoria, se ha convertido en el médico de cabecera y almohada de todo Chile. Si basta con verlo para sentirse un poquito mejor.

Un fantasmagórico Dióscoro interrumpió hoy las transmisiones de TVN.

 

De esta forma, el último día del mes enviamos a una comitiva guachaca hasta los estudios de TVN (antes de que los desalojen), con la misión de investir al galeno en pleno matinal. Hacia el final del programa, Dióscoro hizo una sorpresiva aparición vía satélite desde su confinamiento, explicando las razones de nuestra resolución e invitando a Ugarte a ceñirse la banda de Gran Compipa. El nuevo monarca, visiblemente emocionado, aceptó de Wanderers. Dijo que jamás acataría ponerse una corona en el mate, con excepción del humilde gorrito de papel que simboliza el máximo honor de la Fermentación. Tanta papa agarró que terminó declarando que quería ser enterrado con la banda y el gorro.

Se le aguaron los ojitos al doctor.

 

Ya terminada la transmisión, nuestra reportera estrella, Nicole, lo sometió a un cuestionario:

—¿Cuál va a ser su primer decreto, Gran Compipa?

—Mi primer decreto es que todos los guachacas de Chile jamás pueden olvidar lo que aprendimos en esta pandemia. Mientras estábamos guardaditos, no había ningún lujo que mostrar, solo era compartir con la familia y con los que queremos. Se acabaron los lujos y las muestras de ostentación. Guachacas queridos de Chile, cuando termine la pandemia, sigamos siendo humildes, sigamos siendo cariñosos, pero para el resto de la vida, no solo mientras hay virus, caramba.

—Revélenos la verdad de la milanesa, Su Alteza, el secreto mejor guardado: ¿Cómo se arregla la cañuela?

—Ese es uno de los mejores secretos de la medicina y no se ha desarrollado en ninguna universidad extranjera. Las recetas son variadas y en este país conocemos muchas. Desde el buen mariscal hasta hay quienes dicen que la mordida del perro con el pelo del mismo perro se cura, y al día siguiente van bajando de a poquito y retoman con un breve vasito por la mañana. Cualquiera sea su técnica, asegúrese de tomar harto líquido, no solo del espirituoso, o si no, la resaca va a ser muy fiera.

—Hay un dato que no hemos podido pillar en sus múltiples biografías. ¿Cómo eran sus brillos y malones juveniles cuando estudiaba en Temuco?

—En el sur, como hacía frío, teníamos un gran fondo de aluminio y echábamos vino, no siempre el más elegante, y le agregábamos también fruta y lo hacíamos caliente. Vinito navegado con sopaipilla, cosa más linda, era lo que servíamos en ese tiempo y eran unas ollas interminables. Y lo otro es que, cuando hacía calor —porque no siempre hace frío, a veces hace calor e igual hay que brindar con algo—, ahí teníamos un melón milagroso. Y a ese melón uno le sacaba un poco la pulpa y le echaba vinito y también un poco de pisquito, y el melón no se acababa nunca, era milagroso. Salí y salía más jugo, y uno terminaba hablando puras cabezas de pescado, pero el melón seguía igual.

A su hijo Nicolás le han tirado muchos piropos y usted se ganó el título de Suegro de Chile. Díganos, Su Excelencia, ¿también fue galán? ¿Con cuántas chiquillas pololeó en sus tiempos mozos? 

—El Nico en realidad ha tenido harto éxito. Los tres hijos que tengo son harto encachados. Tienen que haber salido a la madre más que al padre. Yo de joven también tuve lo mío, algún corazoncito por ahí llegó a estas tierras y, bueno, se hizo lo que se pudo. Nadie se pudo quejar de que haya sido mal atendida. Era un poquito pololo, pero sin exagerar. Tampoco diría que tradicional. Todos tenemos un pasado y alguna vez yo también fui último modelo.

—Su ídolo guachaca de ayer y hoy…

—Aparte de Dióscoro que es un tremendo líder, creo que uno de los grandes ídolos, poco reconocido, es Nicanor Parra, un hombre que ha sabido sacar una mezcla entre lo popular y la frase profunda, que representa lo mejor de Chile. Un genio que realmente le ha dado mucho, mucho a este país, sin jamás desconocer sus raíces chillanejas.

Su patache favorito…

—¡Hay tantos! Una cosa que a casi nadie le gusta, pero a mí me encanta, son las prietas con harta cebolla, papas cocidas y ají picante.

—¿Alguna picá a la que recomiende ir cuando se termine la pandemia y sea seguro, Su Graciosa Majestad?

—Es que hay hartas… El Hoyo es muy bueno. ¡Me encanta el Hoyo! Pero no se puede decir eso. Me encanta el restaurante el Hoyo, ahí suena mejor. He llevado a muchos médicos a comer allá, incluso médicos que vienen del extranjero. Los llevo ahí a servirse unos terremotos y salen muy contentos. No sé si por la alegría, por la comida o por los mismos terremotos.

—¿Cuál diría que es su nivel de cueca? Escala: de Ricardo Lagos Weber a campeón nacional.

—Yo, malito, malito. Escala tetrapléjico. Bailo casi como Stephen Hawkins. La verdad es que no es lo mío la cueca. Bailo, pero más con ganas que con talento. La verdad es que no soy un profesional de la cueca, pero le hago empeño. A lo Lagos Weber, pero bailo.

—Dicen que tiene buena mano para la cocina, ¿sabe preparar alguna especialidad guachaca?

—De todo, le hago al mariscal, curanto, cazuela, charquicán, guatitas… Mande nomás, de todo le hago.

—¿A qué lado de la empanada pone la aceituna?

—La experta en hacer las empanadas era mi madre, que las hacía para vender. Debo reconocer que yo no soy el experto en hacerlas, pero sí en comérmelas.

—Finalmente, ¿algún consejo para el pueblo guachaca ahora que poco a poco está comenzando el desconfinamiento?

—A cuidarse, niños, porque la cosa está seria. No porque se esté levantando la cuarentena significa que podemos descuidarnos. Después de esta vida, no hay otra, así que con buena mascarilla, con buen lavado de manos y cuidando a la familia y a toda la patota. Y salió verso sin mayor esfuerzo.

Reviva la emocionante coronación-matinal aquí.

Y vea el primer saludo del Gran Compipa 2020 al pueblo guachaca: